Guillermo Alonso dice que necesita $15 millones de presupuesto y reclamó una ley de mecenazgo
Apenas iniciada la charla, Guillermo Alonso sintetiza con sus palabras la razón principal que lo puso al frente del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) hace casi dos meses y por los próximos cinco años: «Hay que luchar por los recursos para la actividad cultural». Eso, en la mirada de Alonso, significa apelar al sector privado para completar y expandir la financiación estatal del museo más importante del país.
Alonso, abogado de 43 años, ganó el concurso que el año pasado organizó la Secretaría de Cultura, tras años de conflictos institucionales en el museo, establecido en un decreto que además reorganizó su conducción. Alonso estará secundado por un director artístico y uno administrativo -cargos que aspira a concursar en los próximos meses- y por un consejo asesor de siete miembros, para cinco de los cuales ya elevó su propuesta: Adriana Rosenberg (directora de la Fundación Proa), Silvia Fajre (ex ministra de Cultura porteña), Sergio Baur (de Asuntos culturales de la cancillería), Martín Redrado (presidente del Banco Central) y el empresario Hugo Sigman.
Amable, pero formal, Alonso, que fue mano derecha de la empresaria Amalia Lacroze de Fortabat durante su gestión al frente del Fondo Nacional de las Artes, describió a LA NACION sus planes inmediatos: ampliar la superficie expositiva del museo con un edificio equivalente al existente, para cuya construcción convocará a un concurso internacional; buscar financiación privada para esa obra; ordenar la planta de personal -«una estructura sana, pero mal remunerada»-, y revisar la seguridad, para lo cual invitará a expertos extranjeros en los próximos meses.
Quizá por su idea de que «en un museo hay que repartir tareas», no da precisiones sobre la futura política curatorial o de adquisición de obras, pero tiene claro un objetivo: «Me encantaría que el museo se convierta en una institución».
-¿Qué urgencias tiene el museo?
-Creo que la urgencia es resolver su crecimiento. El museo solamente puede exhibir el 7% de su colección. Eso explica en sí mismo el programa de crecimiento que estamos proyectando. Es una crisis positiva. El museo debe poder exhibir más porcentaje de su colección permanente y simultáneamente establecer una política permanente de muestras temporarias.
-¿Cómo se financiaría la construcción del nuevo edificio?
-Mi compromiso es generar el proyecto, lo que nos va a permitir saber a ciencia cierta el monto exacto de la inversión que vamos a requerir. Vamos a llamar a un concurso internacional de proyectos, un período que no debería durar más de 12 meses hasta seleccionarlo. Y vamos a usar todo este año para hacer las gestiones necesarias para el financiamiento del proyecto. Como ésta es una institución pública, corresponde que el Estado tenga un rol importante en la financiación, pero también creo que es un proyecto muy tentador para la contribución del sector privado.
-Cuando se lo eligió se resaltó su capacidad de gestionar fondos públicos, pero a la vez recurrir al apoyo privado. ¿Ese es el rol de un director de museo?
-Creo que sí. Hay una realidad: las necesidades son ilimitadas y los recursos escasos, siempre. Parte de ser realistas y maduros es entender que hay que luchar por los recursos para la actividad cultural. Cuando pido contribuciones para el museo le estoy dando a la ciudad de Buenos Aires una actividad extraordinaria y a los empresarios la posibilidad de participar en un proyecto extraordinario. La Argentina, donde hay una larga tradición de donaciones, tiene que empezar a recorrer un camino que se está dando en todos los países del mundo.
-¿No falta un marco legal que promueva esto?
-Sí, falta un marco legal. Lamentablemente, la Argentina no tiene una ley de mecenazgo. Ojalá a la mayor brevedad posible se pueda lograr esa herramienta, pero de todas formas creo que para la actual circunstancia histórica, en vísperas del Bicentenario, la ampliación del museo es un hecho que en sí mismo va a lograr la generosidad del sector privado.
-¿Qué presupuesto tiene el museo?
-El museo no tiene presupuesto propio, sino que es parte de la Secretaría de Cultura, que paga los servicios y los sueldos por un monto total de tres millones de pesos. Todo lo que es actividad cultural se obtiene del sector privado y de la Asociación de Amigos, que es un millón de pesos por año.
-¿Cuánto necesita para funcionar?
-Un presupuesto que contemple todas las necesidades del museo (de mantenimiento, de seguridad, un programa de adquisición de obras, y de edición y documentación de la colección) es del orden de los 15 millones de pesos. En términos del patrimonio que tiene que preservar es una asignación mínima. El único organismo equivalente al museo es la Biblioteca Nacional, que tiene un presupuesto de 25 millones de pesos.
-¿Piensa en empezar a cobrar la entrada?
-Lo primero que hay que lograr es el compromiso del Estado con el financiamiento de todas las necesidades estructurales del museo. En un país tan empobrecido como la Argentina, la entrada al museo no puede ser un impedimento para que alguien se quede afuera. Pero al mismo tiempo en el museo entran 1500 personas por día, argentinos y extranjeros, muchos de los cuales estarían encantados de hacer una contribución voluntaria de dos, cinco o diez pesos. Ese camino intermedio se puede explorar.
-¿Cómo es el estado de la seguridad en el museo?
-El año pasado se hizo una inversión tecnológica bastante importante. Pero vamos a invitar expertos en seguridad de distintos lugares del mundo, en los próximos 60 o 90 días, para que nos brinden asesoramiento. Y vamos a tomar decisiones y la inversión que haya que hacer, porque eso es un aspecto central en la gestión del museo.
-Hasta hace poco hubo protestas de los empleados por aumento de salarios y recategorización.
-El museo tiene una pésima estructura organizativa: gente muy capacitada con muy malas categorías. No es una estructura sobrecargada de personal que uno no sabe lo que hace; es una estructura sana, pero mal reconocida y mal remunerada. De un poco menos de 100 empleados, hay una sola persona que supera los 3000 pesos mensuales. Es absolutamente prioritario reformular eso, porque cuesta mucho capacitar para una institución como ésta y la gente se termina yendo.
-¿Se puede hacer más desde el museo para atraer público?
-Sí. Buenos Aires más que duplica por año su población con el turismo que recibe. Hay que establecer una estrategia para captar ese turismo. Al museo llega la gente, pero lo hace un poco anárquicamente, y eso tiene un costo. Hay que trabajar en un proyecto de comunicación del museo, contar que es un proyecto cultural, dónde está situado y que a la gente le sea fácil acceder. Viene más de un millón de personas por año sin hacer nada adicional a su oferta. ¿Cuánta gente podría venir si uno hiciera una política deliberada para captarlos?
-¿Cómo le gustaría que se describiera al MNBA en cinco años?
-A mí me gusta mucho el museo como está hoy. Recibo una institución extraordinaria, con una colección extraordinaria. Pero me encantaría dejar un sistema de funcionamiento institucionalizado, que quede un ejército de gente del mejor nivel incorporada en el museo
Por Raquel San Martín
De la Redacción de LA NACION
Sobre el Dr. Hugo Sigman
Medio: La Nación
Fecha: 02/02/08